febrero 05, 2010

“La broma” de Laureano

“El optimismo es el opio del pueblo” escribe el despechado Ludvik en una postal a su pretendida sin sospechar que su ironía, motivada por el desengaño amoroso pues ella prefiere participar en una actividad del partido a encontrarse con él, será su ruina. La postal cae en manos de la Unión de estudiantes a la que pertenece el mismo Ludvik y al ser interpretadas como una traición al régimen será expulsado de la universidad y enviado a un campo de trabajos forzados. Desde ese momento, como consecuencia de esa “broma”, comienza la tragedia del personaje principal de la novela de Milan Kundera. 
Recuerdo vagamente el argumento y también la  advertencia de Milan Kundera de que “La broma”  es una novela de amor. Sin embargo, más que las peripecias sentimentales de sus personajes cada vez que pienso en esa obra literaria sólo logro evocar la agobiante opresión de un régimen totalitario que vigila permanentemente, que se cuela hasta en los espacios más privados de la comunicación amorosa y como, suprimido todo espacio público para la libertad de expresión, hasta en un chiste se vislumbra una conspiración.
¿No es una terrible y trágica paradoja evocar esta ficción de Kundera, suerte de crónica de los días más oscuros del socialismo real, cuando en nuestro país las hipersensibles autoridades que pregonan el socialismo del siglo XXI pretender encarcelar a un escritor por una crónica humorística publicado en un diario local? Confieso que cuando me llegó el mensaje de texto con la noticia del probable enjuiciamiento a Laureano Márquez por su crónica “Venezuela sin Esteban” publicada en el diario Tal Cual, no di crédito al asunto. Tampoco, al momento, había leído su excelente columna a la que nos acostumbra los viernes. Pasmado, luego de varios correos electrónicos ratificando la alarma general por la insólita persecución a Márquez, frente a sendos anexos, el artículo en cuestión y el comunicado del Ministerio de propaganda del gobierno, salí de la ilusión de que se trataba de una “broma”. Escribí “insólita” pero en estricto sentido, el adjetivo, sobra. Laureano Márquez, columnista, y Teodoro Petkoff, editor del diario que publica sus textos, ya fueron perseguidos por la justicia (sic) venezolana en ocasión de la publicación de la crónica intitulada “Querida Rosinés”, y condenados a una onerosa multa que no tenía otro propósito que la quiebra financiera del periódico. En aquella oportunidad el atentado contra la libertad de expresión se escudó en la ley orgánica de protección al niño, niña y al adolescente (LOPNA). Pero no nos confundamos. Estamos ante un nuevo atentado a la libertad de expresión de características similares pero de distinta, peligrosa y terrible naturaleza. La persecución del 2005, teniendo como brazo ejecutor a la LOPNA podría calificar en el clásico esquema de adulancia al jefe, de tradicional jalamecatismo, de ofrenda al culto a la personalidad al jefe máximo. Pero el comunicado del Ministerio de propaganda (Minci), si bien algunos lo valoran dentro de este esquema, también como una suerte de fuga hacia adelante para agradar al irascible comandante, debe ser valorada como un estadio superior en la estrategia de criminalizar la opinión distinta al discurso hegemónico del gobierno.
“A los paranoicos también los persiguen” suele citar mi compadre merideño. Mientras los seguidores de Laureano Márquez disfrutamos de su inteligente y divertida crónica donde imagina a “Venezuela sin Esteban”, el Ministerio de propaganda (Minci) descubre un plan golpista, terrorista, fascista (y provoca agregar, autopista, fisioterapista, manicurista, oculista) para acabar con la revolución: "Este editorial de diario Tal Cual representa una agresión, una provocación y un irrespeto a la democracia venezolana, un llamado flagrante a desconocer el orden constitucional y una incitación a la violencia como vía de lucha política para lograr lo que saben que no podrán lograr jamás a través de la vía electoral. Esta es una invitación a un plan golpista, genocida y terrorista, que se enmascara a través del humor”.
Un reciente comentario sobre Kundera y su obra pone de manifiesto la preocupación del escritor por denunciar los excesos de los regímenes totalitarios y en particular las perversiones de los organismos de inteligencia. Recomienda el comentarista la lectura de “La broma” pues revela mucho sobre el socialismo real que le parece muy lejano pero determinó trágicamente la historia y la vida de millones de personas.
¿Lejano? Hace pocos días el régimen socialista (sic) de Chávez respondió con desmesurada violencia contra jóvenes estudiantes que portaban una pancarta con la inscripción ¡ Tas ponchao! Hoy, criminalizan a Laureano Márquez por una crónica humorística que imagina a “Venezuela sin Esteban”. En el socialismo venezolano (como en el otro) tampoco hay espacio para “bromas”.

Óscar Lucien
Twitter:@olucien