febrero 14, 2014

Cerco rojo
Óscar Lucien

Cuando oí a Nicolás Maduro chillar en días recientes “Me van a llamar dictador, no me importa, pero yo acabaré con el amarillismo (sic) en los medios”, me dije “esta barajita la tengo”. Busqué en mis archivos y allí estaba, resaltada en amarillo, la frase del hoy Comandante galáctico: “A mí me importa un comino lo que digan los oligarcas del mundo”. El texto subrayado concluía una declaración, en un recinto militar, mientras apuntaba con un fusil Kalashnikov el bombillo rojo de la cámara del periodista: “Nosotros no podemos ser tan irresponsables para seguir dándole concesiones a un pequeño grupo de personas para que usen el espacio radioeléctrico que es del Estado, es decir del pueblo, contra nosotros mismos, en nuestras propias narices, como quinta columnas. A mí me importa un comino lo que digan los oligarcas del mundo”. Diez meses después se producía el brutal cierre de RCTV y, desde ese momento hasta el presente, cuando a Maduro no le importa que le llamen dictador, con los afinamientos a la ley de responsabilidad social en radio y televisión, con el acoso permanente de Conatel y del Seniat a los prestadores privados de servicios de comunicación y el fortalecimiento del poder comunicacional del Estado y su apropiación por operadores políticos del partido de gobierno, la libertad de expresión y el derecho a la información de los venezolanos se ha reducido  a niveles que contrarían todos los estándares internacionales y dejan muy poco espacio para calificar de democrático al modelo político que bajo la tutela de Cuba se impone a los venezolanos.
En distintas oportunidades hemos denunciado este incesante proceso de confiscación de derechos fundamentales consagrados en la Constitución ilustrando el proceso como un “cerco”, vocablo que se aviene perfectamente a la naturaleza militar del régimen. En la lógica castrense un cerco es el asedio de una fuerza militar que rodea una plaza o una ciudad para combatirla, para someterla. Es un plan sistemático, que en el caso de los medios de comunicación en Venezuela, ha operado mediante una arquitectura legal muy refinada para criminalizar la práctica periodística y la opinión, se promueve la autocensura, la negación o limitaciones para acceder a las fuentes informativas de entidades del Estado, se avalan los retrasos administrativos y la discrecionalidad para el otorgamiento de permisología para la operación de servicios radioeléctricos, la colocación discrecional de pauta de publicidad o propaganda para premiar o castigar pautas informativas y políticas editoriales, y un largo etcétera que incluye, incluso, la agresión física.
Amparado el gobierno en la potestad del Estado de administrar el espectro radioeléctrico esta lógica del cerco ha sido muy eficaz para someter a la radio y a la televisión. Aunque valga decir que de administrador ha pasado a ser dueño usurpador y confiscador en manos de un partido político orientado bajo el pervertido concepto de la hegemonía comunicacional. Claramente lo expresó el difunto presidente en marzo de 2009: “Si no fuera por estos medios, que están en manos de la oligarquía y atacan y mienten y manipulan tanto, el apoyo al Gobierno, a la revolución, estaría en mucho más del 80 por ciento”
Por eso con tanto desparpajo confiesa ahora Maduro que no le importa que lo llamen dictador. Toca ahora el turno a los medios impresos. En efecto, la prensa independiente ha sido sistemáticamente víctima de una implacable discriminación excluida de toda posibilidad de financiamiento alterno vía pautas de entidades públicas, política de exclusión de la que son más vulnerable las empresas regionales. Pero el cerco ahora se ha fortalecido con la limitaciones al acceso a las divisas para la compra del papel necesario para la publicación.

La sociedad venezolana está en una encrucijada capital: impedir en Venezuela la réplica del modelo cubano. Comprender que el cerco rojo no es un problema que compete sólo a los periodistas, editores o dueños de medios de comunicación y que es compromiso de todos defender los derechos constitucionales de libertad de expresión y el derecho a  la información. La Declaración de Principios sobre Libertad de Expresión de la Comisión interamericana de Derechos Humanos condena la utilización del Poder del Estado y recursos de la hacienda pública para silenciar la labor informativa de los medios. Es fundamental entender que los obstáculos con Cadivi, o el organismo correspondiente, son parte de un plan sistemático de silenciamiento por el régimen de turno.  La denuncia y combate al cerco rojo son sustanciales a la posibilidad de vivir en democracia y no bajo un neoautoritarismo militarista tutelado por los hermanos Castro.

(Publicado en El Nacional, el 14 de febrero de 2013

febrero 13, 2014

Denuncian censura y autocensura el 12-F
Alianza por la Libertad de Expresión pide al gobierno el cese del hostigamiento contra periodistas, y a los editoresactuar sin temor


EDGAR LÓPEZ CARMEN SOFÍA ALFONZO 


Al analizar la escasa divulgación de la manifestación estudiantil del 12 de febrero, así como su desenlace violento, la Alianza por la Libertad de Expresión llegó a dos conclusiones: 1.- La recurrente política de Estado contra los medios de comunicación que le son adversos y sus periodistas causó un silenciamiento informativo, y 2.- Los editores, propietarios de medios e intermediarios en la distribución de canales deben rendir cuentas sobre los mecanismos que aplican para ocultar información y, al mismo tiempo, denunciar las presiones que reciben.

La coalición de organizaciones no gubernamentales dedicada al fomento y la defensa de la libertad de expresión y el derecho a la información denunció por igual la censura y la autocensura.

Identifi caron como un antecedente determinante el comunicado del Directorio de Responsabilidad Social de la Comisión Nacional de Telecomunicaciones emitido el 11 de febrero en la noche. En el documento se indica: "El directorio considera de suma gravedad que nuevamente, al amparo de la libertad de expresión, plenamente garantizada en nuestro ordenamiento jurídico, algunos actores del espectro radioeléctrico realicen una cobertura mediática que podría o pudiese privilegiar, en tiempo, tratamiento y lenguaje, la promoción de la violencia y los llamados a caotizar la vida pública, por encima de la convocatoria al diálogo, el respeto a la ley y la solución pacífi ca de los confl ictos".

La alianza considera que el comunicado constituye un mecanismo institucionalizado de amenaza y coerción para los medios radioeléctricos y contribuyó al silenciamiento de eventos informativos en las estaciones de radio y televisión.

"Fue evidente que las movilizaciones pacífi cas no tuvieron cobertura en directo por los medios locales. Todo ello contribuyó a que circularan rumores e información no verifi cada y generó incertidumbre en amplios sectores de la sociedad".

Para mayor gravedad, indican las ONG: "Alrededor de las 6:00 de la tarde del 12 de febrero de 2014 las cableoperadoras de Venezuela Movistar y DirectTV eliminaron de sus canales disponibles la programación de noticias NTN24. Era el único canal de televisión que transmitía información".

Las exigencias también fueron dirigidas a los medios: "Cumplan su deber de informar a la colectividad sobre los hechos noticiosos que sucedan en el país, venciendo el temor y actuando con responsabilidad profesional".

Sobre la orden gubernamental de excluir a NTN24, una fuente de la Cámara Venezolana de Televisión por Suscripción dijo que las compañías del gremio no son responsables directas de los contenidos de los canales. Sin embargo, reconoció que son corresponsales por transmitirlos, lo cual les podría acarrear sanciones. Admitió que esto sentará un mal precedente en el sector.

Desde Miami, la Asociación de Periodistas Venezolanos en el Extranjero denunció otros atropellos: "Haciendo uso abusivo de las cadenas de radio y televisión, (el gobierno) impidió que los medios radioeléctricos informaran. También algunos medios, de manera vergonzosa, optaron por la autocensura cuando todavía podían transmitir". 

(Viernes 14 de febrero de 2014 El Nacional)