diciembre 21, 2012





¿Tenemos una patria nueva? 

ÓSCAR LUCIEN

@olucien




¿Quién me paga las hallacas?" se lamentaba amargamente la vecina mientras subíamos, con el auxilio de una milagrosa pluma-linterna que pescó de su nutrida cartera, los pisos que nos conducían a nuestros hogares. Nos esperaba una larga noche, a oscuras, cortesía de Corpoelec, aunque para ser sincero, en la mañana había visto una iguana en el parque cercano a nuestro vecindario. Mientras subía, adivinando el trayecto detrás de mi amiga, me vino en mente el pequeño detalle de que no contaría con una relajante ducha; cuando no hay luz no hay agua. Pensé también en mis hallacas en la nevera, pero mi preocupación mayor era de otro orden: cómo escribir esta notas que el lector tiene la amabilidad de estar leyendo en este momento y que debía consignar a primera hora de la mañana siguiente.

Minutos después, recuperado de los nueves pisos correspondientes, experimenté, literalmente, lo que consagra la expresión "quemarse las pestañas" a medida que escribía el borrador que buscaría transcribir al día siguiente cuando volviera a la civilización. Aunque rondaba varias ideas, la interrogante se impuso y el desgaste de la vela fue la medida para estimar que cuanto había borroneado contenía los caracteres que me exige el periódico: ¿Tenemos una patria nueva? Fuera de la onerosa campaña propagandística en los medios del Estado, el anuncio oficial de que tenemos una patria nueva lo dio el comediante-Presidente el sábado 8 de diciembre en un repentino e imprevisto regreso a Venezuela luego de varios días en La Habana en exámenes preoperatorios. El poco ortodoxo retorno, dada la anunciada gravedad del caso, sumado a la opacidad con la cual se maneja la información sobre la salud del jefe del Estado, refuerza la percepción de muchos venezolanos de estar ante un perverso programa de manipulación urdido por los hermanos Castro, especialistas en la materia, y que la presencia de Chávez tenía un mero propósito electoral: apoyar a los candidatos de su partido que concurrían a elecciones una semana después, a la vez que sofocaba el avispero interno que su eventual ausencia, temporal o absoluta, pueda desencadenar. Pero lo relevante para mí, más inclinado a pensar que lo de la enfermedad del Presidente sí tiene dimensiones de altísima gravedad, fue su afirmación eufórica: ¡Tenemos una patria nueva! ¿Tenemos una patria nueva? ¿Tiene sentido hablar de patria nueva cuando se está tan subordinado a los intereses ideológicos, políticos y económicos de Cuba? Seguramente sí, para alguien que ha preferido la propia isla para encarar su comprometida salud. Sin sumergirnos en aguas demasiado profundas, la patria, para quienes nacimos después de la segunda mitad del siglo pasado, forma parte del ADN de la nacionalidad, es inherente a la cultura de la democracia y a la vida de la república.

La mera idea de una "patria nueva" me resulta grandilocuente y excesivamente narcisista. La "patria nueva" que nos vende la propaganda oficial es excluyente y discriminatoria, valedera sólo para quienes adhieren el ideario del partido de gobierno a quienes Chávez concede la condición de patriotas. La "patria nueva" es una cháchara irritante que contrasta con la precariedad de nuestra calidad de vida, con los constantes apagones, la falta de agua en las barriadas populares, la violencia impune que acaba o mutila a nuestros jóvenes. ¿Tenemos una patria nueva? Para nuestra desgracia, la que tolera el espectáculo grotesco de oficiales del Alto Mando militar en su destemplado y fuera de lugar juramento de lealtad absoluta a Hugo Chávez, cuando la Constitución determina claramente que la Fuerza Armada Nacional es un componente profesional y que en el desempeño de sus funciones se debe a la nación y en ningún caso a persona o parcialidad política alguna. O bien, que otro rasgo de esa "patria nueva" con la rezadera a toda hora, sea la comunión antinatura de religión con profesión de fe comunista.

La premiación a la Unión Europea con el premio Nobel de la Paz por su contribución a la consolidación de ese espacio común de todos esos pueblos que abogan por una ciudadanía más universal, me hace más intraficable la idea de una patria nueva tutelada por militares subordinados una persona y no al imperio de lo civil y de la Constitución. Nuestro país transita un momento delicado de su vida institucional por las complicaciones de salud del Presidente de la República. Conviene a las fuerzas políticas, del Gobierno y de la oposición crear las condiciones para un diálogo sustentado en los principios, garantía y derechos de la Carta Magna. La insistencia, así sea propagandística de una patria socialista (la ¿patria nueva?) que no está en la Constitución no puede sino generar turbulencias innecesarias.

EL NACIONAL - VIERNES 21 DE DICIEMBRE DE 2012

diciembre 18, 2012


La indiferencia
Antonio Gramsci

La indiferencia es en realidad el más poderoso resorte de la historia. Pero al revés. Lo que sucede, el mal que se abate sobre todos, el posible bien que un acto de valor general puede engendrar, no se debe enteramente a la iniciativa de los pocos que actúan, sino también a la indiferencia, al absentismo de muchos. Lo que ocurre no ocurre tanto porque algunos quieren que se produzca, cuanto porque la masa de los ciudadanos abdica de su voluntad y deja hacer, deja que se agrupen los nudos que luego solamente la espada podrá cortar; deja que lleguen al poder unos hombres que luego sólo un levantamiento podrá derribar.
La fatalidad que parece dominar la historia es precisamente la apariencia ilusoria de esta indiferencia, de este absentismo. Hay hechos que maduran en la sombra porque unas manos no vigiladas por ningún control tejen la tela de la vida colectiva y la masa permanece en la ignorancia. Los destinos de una época son manipulados según visiones limitadas y según los fines inmediatos de pequeños grupos activos, y la masa de los ciudadanos lo ignora. Pero los hechos que han madurado salen a la luz, la tela tejida en la sombra llega a término, y entonces parece que la fatalidad lo domine todo y a todos, que la historia no es más que un enorme fenómeno natural, una erupción volcánica, un terremoto del que todos son víctimas: el que ha querido y el que no ha querido, el que sabía y el que no sabía, el que se había mostrado activo y el que había permanecido indiferente. Y este último se irrita; quisiera sustraerse a las consecuencias, que se viera claramente que él no ha querido, que es irresponsable. Algunos lloriquean piadosamente; otros blasfeman obscenamente, pero ninguno, o pocos, se pregunta: si hubiera cumplido yo también con mi deber de hombre, si hubiera tratado de hacer oír mi voz, mi opinión, mi voluntad, ¿no habría pasado lo que ha pasado? Nadie, o muy pocos, se atribuyen la culpa de su indiferencia, de su escepticismo, de no haber dado su apoyo material y moral a los grupos políticos y económicos a los que combatían precisamente para evitar aquel mal, por no procurar el bien que se proponían. Otros prefieren, en cambio, hablar de fracaso de las ideas, de programas hundidos definitivamente y de otras amenidades parecidas. Continúan en su indiferencia, en su escepticismo. Mañana reanudarán su vida de absentismo de toda responsabilidad directa o indirecta. Y no puede decirse que no vean claras las cosas, que no sean capaces de dibujar hermosísimas soluciones para los problemas más inmediatamente urgentes, o para los que requieren mayor preparación, más tiempo, pero que son igualmente urgentes. Pero estas soluciones permanecen hermosamente infecundas, y esta aportación a la vida colectiva no está animada por luz moral alguna; es consecuencia de cierta curiosidad intelectual, no de un agudo sentido de la responsabilidad histórica que exige a todos que sean activos en la vida, en la acción, y que no admite agnosticismos ni indiferencias de ninguna clase. Por esto es necesario educar esta nueva sensibilidad: hay que acabar con los lloriqueos inconcluyentes de los eternos inocentes. Hay que pedir cuentas a todo el mundo de cómo ha cumplido la tarea que la vida le ha señalado y le señala cotidianamente, de lo que ha hecho y especialmente de lo que no ha hecho. Es preciso que la cadena social no pese solamente sobre unos pocos, que todo lo que sucede no parezca debido al azar, a la fatalidad, sino que sea obra inteligente de los hombres. Y por esto es necesario que desaparezcan los indiferentes, los escépticos, los que usufructúan el escaso bien que procura la actividad de unos pocos, y que no quieren cargar con la responsabilidad del mucho mal que su ausencia de la lucha dejan que se prepare y se produzca.


noviembre 23, 2012

EL NACIONAL - VIERNES 23 DE NOVIEMBRE DE 2012OPINIÓN/10
 

Opinión

Globo los tiene locos 

ÓSCAR LUCIEN

@olucien


uando encendí el televisor la rueda de prensa estaba por concluir. Los denunciantes respondían inquietudes de algunos reporteros e insistían en la gravedad del delito que, presuntamente, habría cometido Globovisión. En el instante no logré entender las referencias a Harry Potter, su relación con la cadena presidencial, la intencionalidad camuflada del canal, el alcance del "plan desestabilizador". No sé nada de la saga de Potter, pero por algún afiche que he visto asumí que algo tenía que ver con la magia y me iluminó la curiosa asociación: Giordani, inflación, ciencia oculta, Harry Potter. La excitada actitud de los declarantes, miembros de ONG oficialistas (espléndido oxímoron), dejaba entender una intencionalidad subliminal en la interrupción de la cadena del comediante presidente Chávez. Pude atar todo el asunto con la pregunta del periodista que cerraba la rueda de prensa: el jueves 15, el canal Globovisión interfirió la transmisión de la cadena durante tres segundos. De inmediato me oí repitiendo una exclamación usual en mi vecina ante alguna tremendura de su hijo adolescente: hello! Mil uno, mil dos, mil tres. Tiempo transcurrido: tres segundos.

La precisión es relativa porque dependerá de la cadencia métrica del signo ortográfico. Singular cronometría la aprendí la primera vez que entré en un laboratorio fotográfico en la temprana juventud y me sigue siendo útil cuando tímidamente exploro la ciudad con mi camarita estenopeica. El lector ajeno a trajines fotográficos puede hacer la prueba, contar mental o en alta voz: mil uno, mil dos, mil tres. Tiempo transcurrido: tres segundos. Un abrir y cerrar de ojos. Pero los representantes de las ONG oficialistas, cuyas identificaciones de "periodismo necesario" o "periodismo por la verdad" son de una extravagancia mayúscula que podríamos valorar como ridículas, advirtieron una conspiración y salieron a denunciarla. Pero lo que de verdad lograron fue recordarnos las trágicas vivencias de los países del socialismo real de la Europa del Este, con sus macabras historias de delaciones, denuncias, persecuciones, suicidios y asesinatos.

Una de las más tristes tragedias de los regímenes totalitarios es la conversión de los ciudadanos en delatores, en el coloquialmente criollo "sapo" que es capaz de denunciar hasta a su propia familia para recibir la mirada benévola y en ocasiones las prebendas del régimen. Quien quiera una breve antología de tales relatos de ignominia puede revisar los archivos públicos de la Stasi, la policía política de la Alemania comunista, curiosamente bautizada como República Democrática Alemana.

Desde las propias instalaciones del Consejo Nacional de Telecomunicaciones (Conatel), el órgano técnico y regulador, las ONG oficialistas denunciaban a Globovisión y exigían la apertura de un procedimiento sancionatorio por la interferencia, que podría esconder un plan desestabilizador. Conatel, parcializándose indebidamente con los denunciantes, les da la plataforma de su espacio institucional e ignora deliberadamente que, a los minutos de ocurrir lo que directivos del canal califican como un error, el vicepresidente de Globovisión se comunicó telefónicamente con el presidente del ente oficial para advertirlo de una falla en las transmisiones, la misma que esa mañana los denunciantes, con una roja euforia de igual roja causa, llevaban a las dimensiones de un plan desestabilizador.

No hay que ser muy ducho en temas legales para saber que para que exista un delito debe existir la intencionalidad y disposición a cometerlo. Si Conatel estaba advertido por el mismo canal de la falta, es difícil no concluir que el show mediático se monta para amedrentar a Globovisión, que la rueda de prensa es parte de un plan de acoso y hostigamiento al canal de noticias que ofrece una de las cada vez más limitadas ventanas a la libertad de expresión que van quedando en Venezuela.

Si algo requiere en nuestro país una intervención firme y desprejuiciada de periodismo independiente es la recuperación de los degradados niveles de procacidad, parcialidad, discriminación y mediocridad en que se encuentran los canales del Estado, devenidos en obscenos órganos de proselitismo y culto a la personalidad de Chávez. Medios que llaman, impropiamente, "sistema nacional de medios públicos". Lo menos que podría hacer un periodismo independiente es velar por el cumplimiento cabal del artículo 108 de la Constitución que obliga al Estado a fundar un sistema público de radiotelevisión.

Pero no, a Conatel y a sus agentes les concierne más una presunta conspiración de Globovisión con Harry Potter. Definitivamente, Globo los tiene locos (bis). 

noviembre 10, 2012

¿Medios públicos? ¿Medios revolucionarios?


Óscar Lucien

"Declaro que no permitiré que en Venezuela haya un solo niño de la calle: si no, dejo de llamarme Hugo Chávez Frías" consta como uno de los primeros compromisos del ex-paracaidista golpista, recién electo presidente por el voto popular, ofrecido en su alocución del 6 de diciembre de 1998. De tal juramento pronto se cumplirán catorce años. Mientras, como persona y como  Jefe de Estado reelecto el pasado 7 de octubre para un nuevo periodo, sigue llamándose Hugo Chávez casi todo ha cambiado de nombre en Venezuela, incluyendo el mismo nombre de la república, que por su capricho expreso, es ahora república “bolivariana”. Cambió el himno nacional y el escudo patrio. Cambió el nombre del cerro Avila, del Congreso Nacional, de los ministerios, parques y avenidas. Se habla de un poder popular, de un estado comunal y de un “Socialismo” que no sólo no están en la Constitución sino que fueron rechazados soberanamente por el voto popular en el referendo del 2 de diciembre de 2007. Alerto, en consecuencia, que la “neolengua” de la revolución bolivariana esconde una hábil impostura que desnaturaliza y pervierte claras expectativas y aspiraciones de los venezolanos, traiciona mandatos de la Constitución y mina las bases mismas de la república.
¿Luego de catorce años “en Palacio” queda alguna duda, pregunto, de que el propósito último del proyecto político del teniente coronel Chávez es su permanencia en el poder? ¿Queda alguna duda de que en el campo de las comunicaciones todo el entramado legal y las decisiones administrativas y políticas del gobierno de Hugo Chávez conducen a un control absoluto, bajo la apariencia y el discurso de la democratización? ¿No se suman día a día las evidencias de que los llamados “medios públicos” son de manera desvergonzada aparatos de proselitismo político, propaganda de gobierno, de criminalización y de exclusión de la diversidad política del país? ¿Dónde y cómo aparece en el “Sistema nacional de medios públicos” esa otra mitad de los venezolanos que votó en contra del modelo político que se pretende imponer en Venezuela, fotocopia de la dictadura de la dinastía Castro en Cuba?
En la antesala del nuevo mandato presidencial, del anuncio del “Segundo plan socialista 2013/2019”, podemos constatar y advertir que bajo la apariencia del repetitivo discurso de la democratización de las comunicaciones, se ha camuflado un proyecto de sometimiento y silenciamiento de la sociedad, articulado desde la confesada pretensión de lograr la “hegemonía comunicacional. Lo que viene ahora entonces, es algo más que cambios de nombres.
En distintos ámbitos académico y otros espacios públicos hemos expuesto testimonios fidedignos para demostrar como todas las acciones administrativas y legales del gobierno aluden expresamente al propósito de la democratización de las comunicaciones. Pero al analizar la verdadera racionalidad de la ley o materialización de la misma, artículo por artículo, se descubre al lobo bajo “la caperucita roja”. Normas que, de hecho, en su aplicación, limitan, restringen, censuran, criminalizan, niegan garantías constitucionales, a la libertad de expresión y al derecho a la información de los venezolanos.
El desempeño del gobierno, con funcionarios con muy disminuida entidad propia, y en particular cargando con el talante autocrático y narcisista del Presidente Chávez, no permite vislumbrar días luminosos en el escenario de la comunicación en Venezuela. Presiones directas o indirectas dirigidas a silenciar la labor informativa de los comunicadores sociales, la utilización del poder del Estado y los recursos de la hacienda pública para proselitismo político y culto a la personalidad del presidente; la asignación arbitraria y discriminatoria de propaganda oficial; el otorgamiento de frecuencias de radio y televisión, con el objetivo de presionar y castigar o premiar y privilegiar a los comunicadores sociales y a los medios de comunicación en función de sus líneas editoriales e informativas.
Ya tenemos un primer y grosero ejemplo. El recién nombrado Ministro de Comunicación estrenándose en funciones en el foro “Comunicación y revolución” anunció para los días siguientes, antesala de las elecciones regionales, a manera de demostración de los grandes logros del ministro saliente en materia tecnológica y de infraestructura, la puesta al servicio del partido del gobierno de tales recursos y formas antidemocráticas de gobernar. ¿Medios públicos?
Sin duda alguna, más allá  de simples cambios de nombres, parece que entramos a un denso y sostenido proceso cuyo fin es el secuestro de los medios de los venezolanos en favor de un proyecto político. 
@olucien

agosto 31, 2012

EL NACIONAL - VIERNES 31 DE AGOSTO DE 2012OPINIÓN/7
 

Opinión

El show no debe continuar 

ÓSCAR LUCIEN

@olucien


. La aparición del comediante-presidente en las inmediaciones de la refinería de Amuay luego de la lamentable tragedia, pavoneándose en su absurdo empeño de acercarse al foco del incendio todavía no controlado, a pesar de las expertas recomendaciones de no hacerlo, y su ensañamiento contra la periodista de RCN, ofrece un buen retrato del teniente coronel Chávez que, en víspera de la elección del 7-O, vale tener presente. Descontado el respeto y la solidaridad con las víctimas, fallecidos, heridos y familiares, es imposible soslayar la dimensión política que la propia presencia del comediante-presidente y que el talante de su intervención pone de relieve. Desprovisto de su manual de citas célebres, Chávez no pudo recordar al filósofo (sic) autor de la frase "la función debe continuar" pero con ese humor llegó a Paraguaná a sentar cátedra sobre accidentes en áreas petroleras y en ética de periodismo. Fuera de lo inapropiado de la expresión, frente a un balance que en ese momento superaba la treintena de fallecidos y el centenar de heridos, la misma es reveladora del sentido profundo de la telepresidencia de Hugo Chávez.

Para Chávez, un acto de gobierno es un acto mediático; la función gubernamental no existe fuera de la acción comunicativa; y en el contexto de una campaña electoral su desempeño se coloca en esta dimensión valorativa, para él como actor (en sentido literal) y para la sociedad democrática que lo ve actuar. ¿No politizar la tragedia? Imposible. La politizó el propio Chávez en el lugar de los acontecimientos al descalificar destempladamente los comentarios sobre supuestos olores a gas en días previos, al adelantar consideraciones técnicas sobre un ámbito que no es de su especialidad y competencia, al imponer normas sobre el ejercicio y la ética periodística. Si yo fuera periodista, zanjó Chávez intentando amordazar el sentido de unas pesquisas que buscaban esclarecer si, en efecto, se habían seguido todas las normas y protocolos de seguridad que hubiesen impedido la horrible tragedia. ¿Acaso no existe preocupación por la excesiva partidización de una Pdvsa que se define como roja rojita en desmedro de la calificación técnica? ¿Por qué el Presidente quiere asumir un protagonismo, cuando el momento es el de la unidad solidaria de todo el país y la actuación independiente de investigadores y técnicos para establecer las causas de la tragedia? ¿La función debe continuar? Tres cadenas ha realizado el presidente Chávez luego de lo ocurrido en Amuay. Fuera de limitar el libre flujo de la información, en ellas el Gobierno pretende imponer su única visión sobre el accidente, se publicita al Presidente como dadivoso salvador de los pobladores de la zona afectada y se urde una gesta heroica de la acción profesional de los bomberos que dominaron el fuego. Y, colmo de la manipulación, se pretende sustraer lo acontecido del debate público bajo la condena de "la malsana politización de la tragedia". Pero los venezolanos, al reclamar una investigación profesional de las causas del accidente, no podemos renunciar a nuestra valoración política de esa situación, particularmente cuando estamos a poco más de un mes de la elección de un nuevo jefe de Estado, responsable principal de la gestión pública. Impunemente, la "función no puede continuar".

2. El desempeño público del comediante-presidente es un caso típico de telepresidencia. En palabras de Jesús Martín-Barbero la telepresidencia puede reconocerse cuando "la comunicación entre gobernantes y gobernados, entre Estado y ciudadanía, sufre de demasiado autoritarismo disfrazado, de un montón de paternalismo travestido de cercanía a la gente, y otro tanto del populismo que, a diferencia del histórico ­del de los años treinta a los cincuenta del siglo XX­ más que hacerse cargo de la voz de las mayorías la suplanta con todas las artimañas que las tecnologías y los expertos en marketing les prestan". Muchos gobernantes latinoamericanos califican dentro de esta categoría pero, sin duda, Chávez es el telepresidente por excelencia, el único gobernante que ha convertido el despacho gubernamental en un set de televisión y la acción de gobierno en un "reality show" personal.

Sometidos a más de 2.000 horas de abusivas e inconstitucionales cadenas que constituyen el mecanismo privilegiado de su perfomance, los venezolanos estamos convocados a elegir un nuevo presidente que salga del set y vaya al encuentro no mediático con necesidades y aspiraciones de la ciudadanía.

La función de Chávez no debe continuar. El 7-O baja el telón.

agosto 04, 2012


CNE y los monitos de la baraja
Óscar Lucien

Una vez más el Consejo Nacional Electoral comete un acto de retaliación y de criminalización contra la asociación civil Ciudadanía Activa al prohibir de manera absolutamente arbitraria y sin fundamento una serie de micros institucionales que desde varios meses transmite, dentro de sus programas de opinión, el canal del noticias Globovisión. Ciudadanía Activa es una ONG que desde hace más de diez años mantiene una dinámica actividad, nacional e internacional, promoviendo valores democráticos, divulgando la Constitución Nacional y actuando en defensa de derechos civiles y políticos de los venezolanos. Como miembro activo de esa organización doy fe de las actuaciones diafanamente públicas, notorias y comunicacionales de Ciudadanía Activa ante el Tribunal Supremo de Justicia, el Ministerio Público, la Contraloría, la Defensoría del Pueblo y ante el mismo CNE, presentando comunicaciones, solicitudes de amparos o medidas cautelares contra algún derecho ciudadano vulnerado.
Circunstancias absolutamente aleatorias, puesto que la motivación asociativa la determina la voluntad de defender los valores democráticos, han permitido que en Ciudadanía Activa concurran un conjunto de profesionales del ámbito del cine y la comunicación cuyo aporte ha sido fundamental para la producción y difusión de mensajes propios de la misión y visión de la organización. Películas documentales como “La lista: un pueblo bajo sospecha” (sobre el oprobioso apartheid bolivariano); “El único soy yo,: rumbo al totalitarismo del siglo XXI” (sobre el nefasto culto a la personalidad); y ¿Venezuela se uniforma? (sobre la militarización de la sociedad venezolana) para sólo citar tres documentales que constituyen una trilogía sobre el complejo proceso político de supresión de la democracia que vive nuestro país, han repercutido en una considerable visibilidad de Ciudadanía Activa. Y de manera relevante es conocida Ciudadanía Activa por su serie de micros sobre temas constitucionales y legales que se transmiten con frecuente periodicidad por Globovisión, por algunas estaciones regionales y, por supuesto, por Internet.
Este largo preámbulo tiene sentido para poner de relieve lo perverso de la reciente decisión del CNE de prohibir la serie de micros sobre ventajismo electoral que estaba difundiendo Globovisión, al calificar a Ciudadanía Activa “un tercero que está haciendo propaganda electoral sin estar inscrito en el CNE como actor político”. ¿Pero en qué cabeza cabe semejante perversidad? ¿Desde cuándo hay que ser actor político inscrito en el CNE para expresar una opinión? ¿De qué jugarreta se valen las rectoras del CNE para calificar de propaganda electoral unos mensajes que en ningún momento llaman a votar por alguna candidatura que es lo que, de acuerdo con la norma aprobada por ellas mismas, califica como propaganda? Si existe una institución pública venezolana que sabe que Ciudadanía Activa no es un partido político es el CNE. Numerosísimas comunicaciones han sido dirigidas a la Sra. Lucena, Rectora-Presidente y demás miembros del Directorio, a lo largo de una década, solicitando información sobre resultados electorales, proponiendo ideas de participación ciudadana, denunciando irregularidades, instando por cumplimiento y diligencia del CNE respecto de normativas electorales. Vale la pena recordar que en octubre de 2011 Ciudadanía Activa presentó una denuncia ante el CNE por la indebida declaración por parte del Presidente de la República del Despacho Presidencial de Miraflores como una base de patrulla electoral del PSUV, al mismo tiempo que instaba al CNE a promover una normativa electoral para regular la utilización de cadenas presidenciales durante la campaña. Nunca el CNE se ha dignado siquiera a dar acuse de recibo de estas comunicaciones aunque si se tienen los sellos respectivos de su consignación en la receptoría de la institución.
La medida de suspender los micros de CA tienen un evidente carácter retaliativo, que constituye un grave acto de censura que marca un grave precedente por cuanto censurar o limitar la opinión clausura el debate político del país. El supuesto gran logro del tránsito de la democracia representativa a la participativa queda sin efecto con esta absurda y arbitraria prohibición. Los ciudadanos no podemos ir a votar como los monitos de la baraja que ni ven ni oyen ni hablan. Para ejercer democráticamente el voto es esencial la deliberación y la confrontación de las opiniones. Si las rectoras quieren comportarse como los monitos de la baraja están en su derecho. Pero al hacerlo traicionan el mandato constitucional que juraron obedecer. 

mayo 24, 2012

RCTV, 5 años de silencio

Óscar Lucien


n el contexto de la conmemoración de los cinco años del cierre de RCTV, repaso la introducción de un texto en imprenta, capítulo de una compilación de varios autores sobre "la farsa del Gobierno bolivariano", en el cual recurro al vocablo "impostura" para calificar la conducta del gobierno del teniente coronel Chávez en relación, no sólo con expectativas ciudadanas y reclamos de los sectores académicos sobre los medios de comunicación en Venezuela, sino, también, particularmente con compromisos y mandatos constitucionales.

Recordemos que entre los inconsistentes balbuceos para justificar lo que se evidenciaba era una perversa retaliación política, se habló del cumplimiento de lo determinado en el artículo 108 de la Constitución para aparentar un mínimo de legitimidad para la clausura de RCTV. Se habló en esa oportunidad de una televisión de servicio público, de democratizar las comunicaciones, de acabar con los oligopolios mediáticos.

¿Qué pasó en realidad? Se improvisa una televisora que usurpa la frecuencia que usaba RCTV, se le confiscan sus equipos (sus propietarios hablan de robo) y se coloca la nueva emisora al servicio de la impúdica maquinaria de propaganda y de culto a la personalidad del jefe del Estado. Se recurre a una terminología reivindicadora de aquellos que no tienen voz, pero el nuevo canal en lugar de permitir la expresión plural de todos los venezolanos se usa para el proselitismo y la exclusión. Es decir, una impostura. El término "impostura" lo tomo del ensayo Impostures intellectuelles publicado por Alan Sokal y Jean Bricmont para criticar cierto establishment académico.

A mediados de 1996, la prestigiosa revista norteamericana Social Text presentó a sus lectores un texto con el curioso título: "Transgredir las fronteras: hacia una hermenéutica transformativa de la gravitación cuántica", en el cual el autor, Alan Sokal, desarrollaba sus elaborados planteamientos apoyado en textos y citas de reconocidos intelectuales franceses y norteamericanos.

Poco después Sokal confiesa que, en realidad, su ensayo es una parodia para criticar el uso extemporáneo de terminología científica y extrapolaciones abusivas de las ciencias exactas a las ciencias humanas.

Al año siguiente, junto con Jean Bricmont, profesor de física teórica en la Universidad de Lovaina, publica el libro Imposturasintelectuales donde estos autores compilan y comentan textos que consideran mistificaciones físico-matemáticas de Jacques Lacan, Julia Kristeva, Jean Baudrillard, Gilles Deleuze y Paul Virilo, entre otros, para demostrar que detrás de una jerga imponente y una aparente erudición, "el rey está desnudo".

Evoco el libro Imposturas intelectuales, por analogía con el concepto de "farsa", para tratar un capítulo de fundamental importancia, corazón del proyecto político que lidera el presidente Chávez: la relación entre comunicación y democracia en el autoproclamado socialismo del siglo XXI, a partir de las constataciones desarrolladas en mi texto Cerco rojo a la libertad de expresión.

El Diccionario de la Real Academia Española define el vocablo impostura como "fingimiento o engaño con apariencia de verdad". Convencido de que el propósito último del proyecto político del teniente coronel Chávez es su permanencia en el poder, adelanto la hipótesis de que en el campo de las comunicaciones todo el entramado legal y las decisiones administrativas y políticas de su gobierno ocultan un proyecto de sometimiento y silenciamiento de la sociedad, el cual se articula desde la confesada pretensión de lograr, la "hegemonía comunicacional.

Todas las acciones administrativas y legales del Gobierno, como las decisiones normativas que destacamos en sus exposiciones de motivo, aluden expresamente al propósito de la democratización de las comunicaciones. Pero al analizar la verdadera racionalidad de la ley o materialización de la misma, artículo por artículo, salta la liebre. Normas que, efectivamente, en su aplicación, limitan, restringen, censuran, criminalizan la garantía constitucional a la libertad de expresión y al derecho a la información de los venezolanos. Fue lo que ocurrió con RCTV.

Sin embargo, a cinco años del cierre de RCTV, el 27 de mayo de 2007, quiero valorar la gran movilización ciudadana que condujo a la derrota del inconstitucional proyecto de reforma del Presidente actual y, en vísperas del proceso electoral que se avecina, con la convicción de que elegiremos a un nuevo presidente, hacerme eco de la campaña promocional de la gente de RCTV: "Nos vemos en democracia". 

@olucien
El Nacional, 25 de mayo de 2012

abril 27, 2012

Morir en la red

Óscar Lucien


1. La primera noticia de su muerte me la da una vecina a muy temprana hora. Llego de caminar en el parque y coincidimos en el pasillo del edificio. ¿Qué noticias tiene usted?, me pregunta en voz baja, en esa extraña intimidad del ascensor. Confinados en el espacio de un metro cuadrado su sigilo me sorprende. "No, no sé nada, vengo de hacer ejercicio", le respondo cauteloso. Su mirada y el gesto que la acompaña me indican que piensa que le oculto algo. "El hombre murió anoche", me lanza directo. Automatismos desarrollados en estos últimos años permiten rápidamente entender que cuando nos hablan del "hombre", del "tipo", de "Esteban de Jesús", se están refiriendo al comediante presidente Chávez.

Insisto en que nada sé al respecto, salvo haber oído que el presidente Chávez nos visitará a mediados de semana, por pocos días, e inmediatamente regresará a seguirnos gobernando desde La Habana. "Bueno, regresará con los pies hacia adelante porque falleció anoche", me responde tajante.

Como siempre, esta amable vecina, como muchos venezolanos, se entera de episodios cruciales por intermedio de una amiga que tiene una prima que trabaja en una peluquería donde se hace sus cuidados la esposa de un general.

No es chanza; por regla general, la línea de transmisión de lo que ya podemos calificar de "rumor" tiene asiento en la butaca de una peluquería y unos tintes, en los lazos consanguíneos con alguna prima y en una fuente militar. Esta minicrónica doméstica concluye con la cordial despedida y con el compromiso de confirmar el rumor al que, lamentablemente para ella, no doy crédito.

2. Me conecto a Internet y allí, ahora sí, me sorprendo, se suceden los tweets con la "información" que la amiga de una prima que trabaja en la peluquería donde va la esposa de un general le sopló a mi vecina: "El presidente Chávez habría muerto en La Habana". Una ética y una disciplina estricta me protege para no retwitear ningún comentario que no provenga de alguna fuente creíble y calificada y, por el contrario, me pongo alerta para tratar de entender la naturaleza de determinado rumor. Calificamos de "rumor" un comentario que, en general, de manera oral pero ahora exponencialmente potenciado por las redes sociales, va pasando de persona a persona.

Quien transmite un rumor supone que transmite un hecho cierto, aunque no dispone de ningún medio probatorio. Un rumor, hay que aclarar, no es necesariamente producto de una mentira o invención de una mente fantasiosa. De hecho, y particularmente en el caso venezolano, el rumor surge de la sistemática negativa del propio presidente Chávez y su gobierno a consignar un informe médico periódico y calificado que dé cuenta del estado real de su afección. En un comienzo se negó que el presidente Chávez padecía de cáncer. Luego, él mismo, vocero único sobre su estado de salud, reconoció estar enfermo. Meses después anunció que ya se había curado. Y apenas hace unas semanas, nuevamente, en una teledramática cadena, reconoció el resurgimiento de la enfermedad.

Resulta evidente que sin información oportuna y creíble se abone el terreno a la especulación y, en ese sentido, el rumor se convierta en un cuestionamiento a la ausencia de información y a la censura impuesta por Chávez sobre un asunto del ámbito privado pero, igualmente, de altísimo interés público. Tan grave es el tema relativo a la enfermedad presidencial que está calificado, constitucionalmente, de "falta absoluta".

3. Escaldados como estamos, luego de haber estado expuestos a la obscena manipulación de la enfermedad presidencial, la dimensión política del rumor no puede dejarse de lado: el rumor puede ser utilizado, intencionalmente, para convertirse en noticia, como sospecho ha ocurrido en esta oportunidad.

El Gobierno ha montado un apabullante dispositivo propagandístico, por algunos calificado como la "Misión Lástima", que ha repercutido en buenos dividendos para la campaña del enfermo, el candidato reeleccionista del oficialismo. En consecuencia, la supuesta muerte del Presidente en la redes sociales opacó lo que en mi opinión era la noticia fundamental y trascendente de esta semana: no sólo por las graves acusaciones del magistrado rojo Aponte Aponte, sino por la repercusión en muchos de los casos objeto de manejos políticos. Cuatro días haciéndose eco de rumores sobre la muerte de Chávez me parece un gravísimo error político en la perspectiva de una contundente victoria de Henrique Capriles. La denuncia de Aponte pudo haber sido el "Efecto Atocha" (Madrid 2004) contra Chávez, en el marco del actual proceso electoral. Hay que estar muy cautelosos para no morir en la red del G2.

EL NACIONAL - VIERNES 27 DE ABRIL DE 2012

abril 22, 2012

INFORME SIP


SIP: El Ejecutivo usa la ley para asediar a Globovisión y perseguir a periodistas


El informe presentado detalló las irregularidades cometidas en contra del canal de los Zuloaga
El informe de la vicepresidencia regional para la libertad de prensa e información de la Sociedad Interamericana de Prensa detalló que en Venezuela se producen anualmente 150 agresiones en contra de trabajadores de los medios. Según el escrito, desde 1999 a la fecha se han registrado 1.200 denuncias.

Los delegados de la SIP iniciaron el viernes la tradicional reunión de medio año, en la ciudad de Cádiz, España, encuentro que culmina mañana La organización precisó que la libertad de prensa en el país se encuentra seriamente amenazada. La aseveración se fundamenta en el uso que hace el Ejecutivo de la Ley Responsabilidad Social en Radio, Televisión y Medios electrónicos como instrumento "para asediar al canal de noticias Globovisión y para perseguir judicialmente a periodistas, obligándolos al exilio", reza el texto.

En el documento se afirma que a la fecha la Comisión Nacional de Telecomunicaciones está en mora con los directivos de al menos 250 estaciones radiales AM y FM, a los que no ha renovado las concesiones para poder operar dentro de la frecuencia asignada, situación que se traduce en un limbo jurídico.

La investigación también refiere que sobre el diario El Nacional sigue la prohibición, impuesta en agosto de 2010, de publicar fotografías relacionadas con hechos violentos.

La SIP agrega que los más vulnerables a los ataques son los reporteros, los fotógrafos y los camarógrafos que cubren los hechos en la calle.

Los directivos de la SIP mostraron preocupación por la impunidad que rodea las averiguaciones de los ataques a los trabajadores de la prensa y la inacción por parte de los órganos encargados de impartir justicia. "La impunidad es tal que el crimen ha tanteado muy de cerca en nuestro quehacer cotidiano. No se está seguro en lugar alguno. Los asesinatos, secuestros, sicariato, robos, hurtos y violaciones hurgan en cualquier rincón".

Advertencia. En el informe se subraya que se siguen produciendo denuncias por acoso a periodistas, agresiones verbales, físicas y desprestigio a las labores que desempeñan los comunicadores sociales.

"El acoso ha existido y es casi seguro que seguirá. Cierre de empresas periodísticas, persecuciones y hasta la muerte son parte de la gama de cercos disuasivos con que se pudiera incidir de algún modo en el trabajo informativo".

El documento recoge las palabras de la presidenta del Colegio Nacional de Periodistas, Silvia Alegrett, quien explicó que algunos medios de comunicación han modificado su línea editorial con el objetivo de no recibir multas.

"Cada vez existe mayor autocensura, inhibiciones dentro de los medios, que los ha llevado a cambiar su línea editorial para evitar ser sancionados directa o indirectamente. Hay dispositivos de temor e intimidación", expresó.

Casos recientes. Ayer los delegados recibieron los informes de las naciones que integran la agrupación. Para hoy está pautado que conversen sobre las constituciones latinoamericanas y cómo influyen en el ejercicio de la libertad de prensa. Igualmente, revisarán los ataques y defensa del sistema interamericano.

El informe detalló, caso por caso, las diferentes irregularidades ocurridas en Venezuela durante los últimos seis meses. Citó el asesinato de la estudiante Karen Berendique, a manos de efectivos del Cicpc, y la restricción, por parte de la Fiscalía de divulgar información sobre la contaminación el agua sin la presentación de un estudio científico que la sustente. 


INGRID BRAVO BALABÚ 
ibravo@el-nacional.com

El Nacional, domingo 22 de abril de 2012

abril 13, 2012

INFORME Instituto Prensa y Sociedad presentó su reporte
En Venezuela el Estado abusa de su poder para limitar a los medios                                                           De los 200 ataques ocurridos entre mayo de 2010 y diciembre de 2011, 76 fueron causados por el uso abusivo de los poderes públicos

DIANA LOZANO PERAFÁN 
dlozano@el-nacional.com


El Estado venezolano abusa de su poder para atacar el derecho a la libertad de expresión, señala el informe que divulgó el Instituto Prensa y Sociedad Venezuela. 
En el reporte de Ipys se advierte que entre mayo de 2010 y diciembre de 2011 ocurrieron 200 ataques a la libertad de expresión, de los cuales 76 fueron causados por el uso abusivo del poder estatal. 



"Hay una escalada de acciones soterradas en el área legal que amenazan la libertad de expresión", advirtió Marianela Balbi, directora ejecutiva de Ipys Venezuela.

Mediante sentencias, providencias administrativas y leyes los poderes del Estado limitan la labor de los medios de comunicación social, indica el informe.

El 48% de las agresiones contra periodistas se cometieron mediante procesos judiciales por delitos de opinión como difamación, vilipendio o injuria.

El Poder Judicial se ubica a la cabeza de los poderes que emiten decisiones para censurar los contenidos que difunden los medios de comunicación, seguido del Ejecutivo y el Legislativo.

"En lugar de ser garante de la libertad de expresión, lo que hace el Poder Judicial es afectar la labor de los medios", aseveró Luisa Torrealba, coordinadita del área de libertad de expresión de Ipys.

Torrealba advirtió que al contrario a lo que ocurre en Venezuela, la tendencia mundial es a eliminar de las leyes los delitos de opinión.

Ipys asegura que en Venezuela las acciones legales ­que pueden ser dictadas por la vía judicial o la administrativa­ son cada vez más usadas para agredir a los medios, aunque en el informe se admite que en ocasiones las medidas anunciadas contra la prensa no pasan de ser amenazas.

Torrealba advirtió que otras formas de abuso estatal son el uso de las cadenas de radio y televisión, que en su criterio muchas veces son usadas para impedir la transmisión en vivo de otras informaciones.

Concesiones. Especial atención puso Ipys en la situación de los medios de radio y televisión, debido a la necesidad de contar con concesiones otorgadas por el Estado para hacer uso del espacio radioeléctrico.

"El retiro de concesiones a medios radioeléctricos está condicionado a elementos arbitrarios", señala el informe.

Ipys asegura que en 57% de los casos hay un condicionamiento arbitrario para que medios comerciales obtengan las mencionadas concesiones, en 29% de las veces hay una dependencia política por parte de Conatel (que es el ente regulador y que está adscrito a la Vicepresidencia Ejecutiva de la República), mientras que en 14% de los casos hay una evidente desigualdad ante la ley por razones de afinidad política al gestionar las licencias.

Tendencia a empeorar. La directora ejecutiva de Ipys advirtió que no es buena la perspectiva que se vislumbra en cuanto al respeto al derecho a la libertad de expresión e información este año, cuando se celebrarán las presidenciales, debido a que en los períodos electorales aumentan los ataques a los trabajadores de los medios de comunicación.
Advirtió que mientras que en 2011 Ipys emitió 96 alertas de violaciones de la libertad de expresión en todo el territorio nacional, en el primer trimestre de 2012 ha emitido 50 alertas, lo que representa 52% del total del año pasado. 


El Nacional, 13 de abril de 2012

abril 07, 2012

La Cuba que Camila no quiso ver


El timbre del móvil sonó nervioso y yo di un salto en la silla. Llevaba más de una semana con el servicio telefónico prácticamente interrumpido y de pronto aquel pequeño artilugio de teclas y pantalla daba una señal de vida. “Camila Vallejo llegará mañana a La Habana”, me dijo una voz al otro lado de la línea y colgó.
Después de los días vividos durante la visita de Benedicto XVI a Cuba, confieso que la noticia del nuevo arribo no me provocó muchas expectativas. Aun tratábamos de completar los reportes de detenidos durante las jornadas papales y la sala de mi casa era un hervidero de amigos contando historias de calabozos y arrestos domiciliarios. La vicepresidenta de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile (Fech) llegaba en un mal momento, alcancé a pensar. Pero después caí en cuenta que recién comenzaban los festejos por el 50 aniversario de la Unión de Jóvenes Comunistas y todo empezó a ganar sentido. Las dos islas en las que habito se mezclaron en mi cabeza: la Cuba de las celebraciones oficiales con sonrisas y consignas y, la otra, la de disidentes metidos a la fuerza en un auto e impedidos de llegar a una misa católica.
Seguirle la pista a Camila Vallejo una vez llegada a nuestra capital iba a ser difícil, casi imposible, lo sabía de antemano. Por un lado estaba el círculo de protección -y control- que la rodeaba a ella y por otro las “largas sombras vigilantes” que me siguen a mí a todas partes.
Para hacerlo más difícil, los eventos incluidos en su agenda ocurrirían en el interior de instituciones educativas o políticas, donde el público es cribado entre los más confiables. Así que Camila y yo transitábamos por dos dimensiones que pocas veces se tocan, por dos mundos separados e incomunicados, entre los cuales todos los puentes han sido dinamitados. Pero quedaba al menos un terreno donde algún tipo de diálogo sería posible. Tomé mi teléfono móvil, el mismo que había vuelto a la vida sólo unos días antes. Escribí un pequeño mensaje de texto y lo mandé al número de servicio de la red social Twitter, camino accidentado y a ciegas que usamos numerosos cubanos para narrar la isla en trozos de 140 caracteres. “Como me gustaría hablar con @Camila_Vallejo pero el cerco oficial alrededor de ella es inexpugnable”, rezaba mi breve trino hacia el ciberespacio.
Para ese entonces ya dos hombres de camisas a cuadros me habían impedido acercarme al Aula Magna de la Universidad de La Habana, donde se presentaba su libro Podemos cambiar el mundo. Al aproximarme uno de ellos me interpeló: “Piérdete, que aquí no vas a poder entrar”.
Confirmé entonces que no habría peluca rubia ni bigote tupido que me sirviera para camuflarme y colarme en el local. Me resigné.
Unas horas antes de que mi tweet apareciera en la gran telaraña mundial, Camila Vallejo compartía con un grupo de jóvenes de la Universidad de Ciencias Informáticas. Rostros sonrientes, aplausos y admiración recibieron en oleadas tanto ella como Karol Cariola, la secretaria general de las juventudes comunistas chilenas.
En el auditorio decenas de jóvenes prestaban una muda atención a sus historias sobre la situación de la educación en Chile, las demandas escolares y los detalles de las protestas en las calles. Una Federación Universitaria que no ha podido organizar una sola marcha espontánea en 53 años, oía las anécdotas de asfalto y huelga que les llegaban desde el sur.
Entre quienes escuchaban estaban -sin dudas- las mayores promesas informáticas de nuestro país, pero también los policías tecnológicos que rastrean la web. Allí estaba la crema y nata de la llamada “Operación Verdad” que se encarga de denigrar en internet a quienes tienen opiniones contrarias al sistema y atacan sitios críticos al gobierno de la Isla.
Camila y Karol platicaban frente a nuestros soldados virtuales, ante nuestros antimotines del pensamiento. Esos que no usan balas de gomas, sino insultos, no lanzan chorros de agua sino estigmatización e injurias sobre el desamparado inconforme.
El resto de los encuentros terminó por marcar el carácter estrictamente oficial de la visita de la carismática Camila Vallejo a nuestra patria. Intercambió opiniones y abrazos con la secretaria general de la Unión de Jóvenes Comunistas de Cuba, la más gris entre todos los obedientes dirigentes que ha tenido esta organización.
La chilena se veía aún envuelta en el glamour que siempre la acompaña, pero sometida al protocolo encartonado y obediente de su contraparte cubana. Curiosa paradoja, de la postura antihegemónica en su país, Camila pasaba a compartir la palabra y la sonrisa con la hegemonía del pensamiento oficial cubano.
También estrechó las manos del actual presidente de la Federación Estudiantil Universitaria, Carlos Alberto Rangel, quien ostenta el triste papel de no representar los intereses del estudiantado frente al poder, sino a la inversa.
De manera que el dirigente de una organización sin autonomía se tomó la foto junto a la prometedora figura que en 2011 sacudió la realidad de Chile y levantó a su paso fuertes simpatías y antipatías en el resto del continente y del mundo.
La FEU cubana trataba de esa manera de sacar partido a la aureola irreverente que acompaña a Camila Vallejo, consciente de que la desobediencia es una postura que hace cinco décadas no resuena sobre la amplia escalinata de la Universidad de La Habana.
Cada estrechón de manos que le dieron esos cuadros formados en el oportunismo, fue como un ritual urgente para apropiarse de su imagen de joven rebelde. Sin embargo, siempre que la miraron a los ojos se percataron que de haber nacido ella aquí, hubieran tenido que empujarla -sin clemencia- al exilio, a la cárcel o a la simulación.
En su blog personal, Camila Vallejo había atizado el fuego de la polémica antes de arribar a la mayor de las Antillas. “Cuba no es una sociedad perfecta, ni Chile tiene por qué seguir su camino”, dictaminó y esa sola frase ya marcaba una distancia con relación a los más rancios postulados de nuestro discurso oficial. Pero también cometía el error de identificar -como tantos hacen- a nuestra patria con el gobierno que la dirige, a nuestra nación con la ideología en el poder. Camila quiso compartir con sus lectores una reflexión “sobre lo paradójico que resulta el discurso de quienes critican con tanta rabia a Cuba o a quienes sienten cariño y respeto por ella”, sin percatarse que en esa afirmación estaba incurriendo en una confusión tan difícil de extirpar como las raíces del marabú sobre tierra cubana.
Los reproches que tanto abundan no van dirigidos a nuestra identidad nacional, ni a las palmas que crecen en las llanuras ni a una cultura que ha dado en los tres últimos siglos escritores, artistas y músicos de dimensión universal. Las opiniones contrarias no van “a por Cuba” sino dirigidas a un gobierno que ha penalizado la discrepancia y ha secuestrado nuestra voz. Si no se desmonta el entuerto de identificar a millones de personas que habitan esta isla con una sola ideología, entonces seguirá ocurriendo la triste situación de que ciudadanos nacidos aquí sean llamados “apátridas” o “anticubanos” por tener opiniones políticas diferentes a las del Partido Comunista.
Para debatir precisamente sobre estas sinrazones y equívocos invité a Camila Vallejo a tomarse un café. Lo hice vía Twitter, porque soy consciente de que intentar dirigirle la palabra en público sería tomado -cuando menos- como un atentado. Pero pasaron las horas y la señal de un posible encuentro nunca llegó.
Una semana antes Benedicto XVI tampoco había accedido a escuchar otras voces de nuestra ilegalizada sociedad civil. Las Damas de Blanco le habían pedido a Joseph Ratzinger un minuto de su tiempo, a cambio el gobierno cubano arrestó a muchas de ellas e impidió salir de sus casas a otras tantas.
Con la recién llegada estudiante de Geografía no era necesario desencadenar una ola represiva al estilo de la ya conocida como “Operación Voto de Silencio”, bastaba encerrar a la visitante en un círculo oficial del que no pudiera salirse. La rebelde Camila obedeció esas reglas.
Después supe por la prensa que -al igual que el Papa- ella había estado conversando con Fidel Castro. La habían llevado a ese lugar cuasi secreto y resguardado desde donde el anciano ex presidente escribe sus largos y delirantes textos. El patriarca de la revolución cubana recibía a la joven que por un rato logró contagiarlo con su aura de juventud, de futuro.
El mismo Comandante en Jefe que desmontó todo rastro de independencia estudiantil -atenazándola con controles, informantes y purgas- declaraba su simpatía por las historias de rebeldía que le contaba Camila Vallejo.
El hombre que se destacó en sus tiempos de universitario por su tendencia a la confrontación con el poder, terminó cortando todos los caminos para que los jóvenes de hoy no le hagan lo mismo a él. Quien se desgañitó en sus años mozos gritando “Abajo la dictadura”, terminó creando otra e impidiendo las consignas antigubernamentales. Del encuentro con él salió la vicepresidenta de la Fech declarando que “todas las reflexiones que haga Fidel constituyen luz y esperanza para Chile”. Quedaba claro que intercambiar ideas y sorbos de café sobre mi mesa ya era un imposible. La Cuba oficial había abducido a Camila Vallejo.
Tomé el móvil nuevamente, mi único e inmediato camino para opinar en un país donde gente como yo nunca tendrá un minuto en la televisión, ni espacio para unas líneas en los periódicos nacionales. Mandé otro mensaje ya sin muchas esperanzas: “Ayer @Camila_Vallejo se entrevistó con Fidel Castro. ¿Tendrá un minuto para jóvenes irreverentes y contestatarios?”. Hasta el momento en que escribo estas líneas, no sé si ha podido leerlo o si también ella está sufriendo los problemas de falta de conectividad a la internet que padecemos tantísimos cubanos.
Nada más enviar aquella invitación un ring ring frenético resonó en mi bolsillo. Confieso que al instante creí se trataba de una llamada de esa veinteañera de rostro perfecto y hablar apasionado que milita en el Partido Comunista de Chile. Pero en realidad la voz que se escuchaba al otro lado era de una joven desesperada por las detenciones en el Oriente del país. Quería narrarme cómo la policía política allanó la casa de un disidente y se lo llevaron junto a su esposa, varios colegas de lucha y una buena parte de los papeles y libros que encontraron a su paso.
Me contó también sobre las tres hijas del matrimonio que quedaron a cargo de la abuela, hasta tanto se sepa si a sus padres los van a procesar por algún delito o sólo es una detención intimidatoria para que desistan de expresarse. La otra Cuba que no le habían enseñado a Camila Vallejo irrumpía en mi teléfono, me reclamaba mayor atención y mayor responsabilidad que el jugueteo periodístico de perseguir a una delegación que sólo se movía por espacios seguros, filtrados. No pude determinar la edad de la mujer que me había llamado y que me describía la ola represiva en Palma Soriano y Palmarito del Cauto. Nunca supe si era mestiza, negra o blanca; joven, madura, vieja… Pero en mis fantasías yo la veía con un aspecto casi perfecto, esculpido con una maestría de escultura griega. Mientras hablaba, yo construía en mi mente unos pómulos y un mentón de revista, una cabellera castaña de sueños, una juventud a prueba de desánimos.
Pero un sollozo rompió mis divagaciones, un lloriqueo en la línea telefónica deshizo aquella cara de proporciones perfectas y me enfrentó al semblante descompuesto de la Cuba real. ¡Cómo hubiera querido que Camila Vallejo también lo hubiera visto!
YOANI SÁNCHEZ – La Tercera (Chile) |@yoanisanchez |@ElPoliticoWeb