agosto 20, 2010

La foto de El Nacional

Excepcional ejemplo del marido a quien le enseñan la fotografía de la esposa infiel, desnuda, en alegre entrelazamiento con el conserje del edificio, y alterado toma una firme resolución: cuando llegue a casa quemará el sofá. Del mismo tenor ha sido la reacción del gobierno venezolano ante la publicación de una fotografía, el pasado viernes 13, en la primera página de este diario.
Testimonio trágico del penoso estándar que mantiene a nuestro país entre los primeros con mayor índice de homicidios por armas de fuego por cada 100 mil habitantes,  la foto en cuestión tomada por un reportero del diario e identificada con la leyenda a pie de página “Muertos sin dignidad” es un dramático registro de las condiciones deplorables en que se encuentran los cadáveres en la morgue de Bello Monte en la ciudad capital. Y, efectivamente, una imagen dice mas que mil palabras. Catorce mil quinientos homicidios en 2009, por encima de los ciento veinte mil muertos en estos once años de gobierno bolivariano, son cifras de demasiada entidad para la indolencia con la que los poderes públicos desatienden la violencia que agobia a los venezolanos.
El Nacional ha mostrado la fotografía en un contexto interpretativo: millones de armas ilegales circulan en el país, 72% de los asesinados son jóvenes entre 15 y 29 años de edad, urge la aprobación de una ley de desarme. La imagen dantesca de lo que ocurre en la morgue es expresión de esta terrible situación. Pero como el marido cornudo, el gobierno reacciona con violencia accionando judicialmente contra el diario. Apelar a la ley orgánica de protección al niño y al adolescente (Lopna) no es sino un bochorno cuando sabemos la condición de los niños pobres en el país cuyo presidente se comprometió a cambiar de nombre si a poco de iniciarse su gobierno existían niños en “situación de calle”; cuando desde el sector oficial con el mayor descaro e impudicia se usa a los niños en actos proselitistas; cuando los niños y los adolescentes son las principales víctimas de los enfrentamientos entre bandas en las barriadas caraqueñas. A propósito de este recurso manipulador de la Lopna, recuerdo una visita que hicimos a un popular barrio de Caracas como parte de un proyecto de investigación sobre hábitos y consumo de la televisión. Ante una de las preguntas sobre la violencia que mostraban algunos programas, uno de los niños respondió: “no hombre maestro, violencia es esto” y mostró un pie enyesado a consecuencia de una bala que había atravesado la pared de su rancho mientras dormía. Es fácil imaginar que a estos niños cuando le nombran la Lopna le dan los mismo ataques de risas que les producen a los funcionarios del gobierno cuando se informa sobre los índices de homicidios en el país.
La analogía es pues, perfectamente valida, los maridos cornudos queman los sofás, los gobiernos totalitarios enjuician a los medios y consagran la censura previa.
A la perversión ordinaria de culpar a los medios de la violencia que agobia a los ciudadanos, el gobierno bolivariano (sic) suma ahora la criminalización del compromiso y el deber de informar. El acoso contra El Nacional y los otros diarios afectados por la aberrante medida judicial debe ser considerada (y rechazada) en el contexto del cerco a la libertad de expresión que cada día más se estrecha contra los medios de comunicación en Venezuela y como otra modalidad de la violencia que desde el gobierno se ejerce contra los sectores democráticos.
A la supuesta Defensora del pueblo le molesta la foto de EL Nacional, pero nada dice, contraviniendo sus obligaciones constitucionales, de ciertas expresiones de violencia como que altos funcionarios del gobierno incluyendo al Jefe de Estado, utilicen a diario un lenguaje grosero, amenazante y rabioso; de la consigna “Patria, socialismo o muerte” en todas las instituciones del Estado, incluida la Fuerza Armada Nacional. Todo aquel que no es complaciente con las acciones del gobierno ya sean los medios de comunicación, estudiantes, empresarios, Iglesia, asociaciones de la sociedad civil, partidos políticos, académicos, son descalificados como oligarcas, violentos, golpistas o ladrones. O, acaso, no es también expresión de violencia desconocer los resultados del 2 de diciembre 2007 cuando se rechazó la inconstitucional propuesta de reforma y  el modelo comunista que este enmascaraba.
Pero volviendo al tema de la foto, valdría la pena valorar la opinión de Alejandro Cossío, mexicano que viene de recibir el Premio Nuevo Periodismo, en la categoría Fotografía, con su trabajo “México en el punto de quiebre”, un amplio y conmovedor reportaje sobre la violencia criminal que azota a su país. En América Latina se premia el periodismo independiente, en Venezuela, el gobierno lo  quiere mudo o tras las rejas.

Óscar Lucien
Twitter:@olucien