Óscar Lucien
"Declaro que no permitiré
que en Venezuela haya un solo niño de la calle: si no, dejo de llamarme Hugo
Chávez Frías" consta como uno de los primeros compromisos del
ex-paracaidista golpista, recién electo presidente por el voto popular,
ofrecido en su alocución del 6 de diciembre de 1998. De tal juramento pronto se
cumplirán catorce años. Mientras, como persona y como Jefe de Estado reelecto el pasado 7 de octubre para un nuevo
periodo, sigue llamándose Hugo Chávez casi todo ha cambiado de nombre en
Venezuela, incluyendo el mismo nombre de la república, que por su capricho
expreso, es ahora república “bolivariana”. Cambió el himno nacional y el escudo
patrio. Cambió el nombre del cerro Avila, del Congreso Nacional, de los
ministerios, parques y avenidas. Se habla de un poder popular, de un estado
comunal y de un “Socialismo” que no sólo no están en la Constitución sino que
fueron rechazados soberanamente por el voto popular en el referendo del 2 de diciembre
de 2007. Alerto, en consecuencia, que la “neolengua” de la revolución
bolivariana esconde una hábil impostura que desnaturaliza y pervierte claras
expectativas y aspiraciones de los venezolanos, traiciona mandatos de la
Constitución y mina las bases mismas de la república.
¿Luego de catorce años “en
Palacio” queda alguna duda, pregunto, de que el propósito último del proyecto
político del teniente coronel Chávez es su permanencia en el poder? ¿Queda
alguna duda de que en el campo de las comunicaciones todo el entramado legal y
las decisiones administrativas y políticas del gobierno de Hugo Chávez conducen
a un control absoluto, bajo la apariencia y el discurso de la democratización?
¿No se suman día a día las evidencias de que los llamados “medios públicos” son
de manera desvergonzada aparatos de proselitismo político, propaganda de
gobierno, de criminalización y de exclusión de la diversidad política del país?
¿Dónde y cómo aparece en el “Sistema nacional de medios públicos” esa otra
mitad de los venezolanos que votó en contra del modelo político que se pretende
imponer en Venezuela, fotocopia de la dictadura de la dinastía Castro en Cuba?
En la antesala del nuevo mandato
presidencial, del anuncio del “Segundo plan socialista 2013/2019”, podemos
constatar y advertir que bajo la apariencia del repetitivo discurso de la
democratización de las comunicaciones, se ha camuflado un proyecto de
sometimiento y silenciamiento de la sociedad, articulado desde la confesada
pretensión de lograr la “hegemonía comunicacional. Lo que viene ahora entonces,
es algo más que cambios de nombres.
En distintos ámbitos académico y
otros espacios públicos hemos expuesto testimonios fidedignos para demostrar
como todas las acciones administrativas y legales del gobierno aluden expresamente
al propósito de la democratización de las comunicaciones. Pero al analizar la
verdadera racionalidad de la ley o materialización de la misma, artículo por
artículo, se descubre al lobo bajo “la caperucita roja”. Normas que, de hecho,
en su aplicación, limitan, restringen, censuran, criminalizan, niegan garantías
constitucionales, a la libertad de expresión y al derecho a la información de
los venezolanos.
El desempeño del gobierno, con
funcionarios con muy disminuida entidad propia, y en particular cargando con el
talante autocrático y narcisista del Presidente Chávez, no permite vislumbrar
días luminosos en el escenario de la comunicación en Venezuela. Presiones
directas o indirectas dirigidas a silenciar la labor informativa de los
comunicadores sociales, la utilización del poder del Estado y los recursos de
la hacienda pública para proselitismo político y culto a la personalidad del
presidente; la asignación arbitraria y discriminatoria de propaganda oficial; el
otorgamiento de frecuencias de radio y televisión, con el objetivo de presionar
y castigar o premiar y privilegiar a los comunicadores sociales y a los medios
de comunicación en función de sus líneas editoriales e informativas.
Ya tenemos un primer y grosero
ejemplo. El recién nombrado Ministro de Comunicación estrenándose en funciones
en el foro “Comunicación y revolución” anunció para los días siguientes,
antesala de las elecciones regionales, a manera de demostración de los grandes
logros del ministro saliente en materia tecnológica y de infraestructura, la
puesta al servicio del partido del gobierno de tales recursos y formas
antidemocráticas de gobernar. ¿Medios públicos?
Sin duda alguna, más allá de simples cambios de nombres, parece
que entramos a un denso y sostenido proceso cuyo fin es el secuestro de los
medios de los venezolanos en favor de un proyecto político.
@olucien
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