marzo 31, 2011

Violar la libertad de expresión no se reduce a poner preso a un periodista

En Venezuela prevalece hoy un clima de intimidación, de autocensura, de amenazas veladas. Y no tan veladas.

En una oportunidad, disfrazado de militar y apuntando con un fusil Kalashnikov el pequeño bombillo rojo de una cámara grabadora encendida, el jefe del Estado afirmó:
Ustedes creen que es gratuita la campaña de todos los días por algunos canales de televisión, cuyas 24 horas de transmisión están dirigidas a dividir a los venezolanos. Eso viene pagado desde el imperio.
(...) Nosotros no podemos ser tan irresponsables de seguir dándole concesiones a un pequeño grupo de personas para que usen el espacio radioeléctrico que es del Estado, es decir del pueblo, contra nosotros mismos, en nuestras propias narices, como quintas columnas. A mí me importa un comino lo que digan los oligarcas del mundo.
Durante estos once años de revolución bolivariana el Estado venezolano ha sido incapaz de garantizar el ordenamiento del espacio público de las comunicaciones para promover y garantizar amplitud y variedad de las coberturas informativas y, en particular, el pluralismo de la opinión pública nacional.

Los venezolanos, por el contrario, hemos estado sometidos a una peculiar dictadura mediática que se expresa en dos ver- tientes fundamentales: por un lado, la confiscación progresiva de todos los medios radioeléctricos del Estado sometidos al exclusivo beneficio de la parcialidad política en el gobierno; por otro, el cerco incesante a la libertad de expresión.

Como ningún otro en la historia de Venezuela, el gobierno del presidente Chávez se ha caracterizado por una marcada valoración y dominio de lo mediático. Mientras manifiesta una hipersensibilidad a la crítica, ha ido construyendo un contundente entramado radioeléctrico, de canales de televisión abierta, cable, de medios pretendidamente comunitarios, que sirven de manera exclusiva a la “ideología de la revolución bolivariana”.

En estos medios, concebidos al estilo de las dictaduras totalitarias del llamado “socialismo real”, sólo tienen cabida quienes suscriben el ideario excluyente de la revolución. Una tarea inmediata para un futuro gobierno de unidad nacional, de talante democrático, es colocar en su agenda política la restitución de los medios del Estado al servicio de la ciudadanía.

Cuando los periódicos y estaciones de radio y televisión están en condiciones de desempeñar sus tareas libremente, pueden ser ele- mentos importantes en la creación de la democracia. Además de fiscalizar a las instituciones locales y alertar al público acerca de asuntos de seguridad, pueden ayudar a los ciudadanos a compren- der su gobierno y acceder a él.

Los venezolanos requerimos con urgencia de una acción cultural y comunicativa que potencie la democracia y nos cure de los efectos, de los desatinos de corte autoritario y caudillista de estos últimos años.

Lea más en el libro Cerco rojo a la libertad de expresión...

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